No espero lo probable, nada más lo inimaginable; un viaje a ninguna parte en un sitio conocido...

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Bodas de sangre

De Federico García Lorca



TRAGEDIA EN TRES ACTOS

Y SIETE CUADROS
(1933)

PERSONAJES.

LA MADRE..
LA NOVIA.
LA SUEGRA.
LA MUJER DE LEONARDO.
LA CRIADA.
LA VECINA.
MUCHACHAS.
LEONARDO.
EL NOVIO.
EL PADRE DE LA NOVIA.
LA LUNA.
LA MUERTE (como mendigo).
LEÑADORES.
MOZOS.

ACTO
ACTO PRIMERO

CUADRO PRIMERO
(Fragmento)

Habitación pintada de amarillo.

NOVIO.-(Entrando.) Madre.

MADRE.-¿Qué?

NOVIO.-Me voy.

MADRE.-¿Adónde?

NOVIO.-A la viña. (Va a salir.)

MADRE.-Espera.

NOVIO.-¿Quiere algo?

MADRE.-Hijo, el almuerzo.

NOVIO.-Déjelo. Comeré uvas. Deme la navaja.

MADRE.-¿Para qué?

NOVIO.-(Riendo.) Para cortarlas.

MADRE.-(Entre dientes y buscándola.) La navaja, la navaja. .. Malditas sean todas y el bribón que las inventó.

NOVIO.-Vamos a otro asunto.

MADRE.-Y las escopetas y las pistolas y el cuchillo más pequeño, y hasta las azadas y los bieldos de

la era.

NOVIO.-Bueno.

MADRE.-Todo lo que puede cortar el cuerpo de un hombre. Un hombre hermoso, con su flor en la boca, que sale a las viñas o va a sus olivos propios, porque son de él, heredados...

NOVIO.-(Bajando la cabeza) Calle usted.

MADRE.- ... y ese hombre no vuelve. O si vuelve es para ponerle una palma encima o un plato de sal gorda para que no se hinche. No sé cómo te atreves a llevar una navaja en tu cuerpo, ni cómo yo dejo a la serpiente dentro del arcón.

NOVIO.-¿Está bueno ya?

MADRE.-Cien años que yo viviera, no hablaría de otra cosa. Primero tu padre; que me olía a clavel y lo disfruté tres años escasos. Luego tu hermano. ¿Y es justo y puede ser que una cosa pequeña como una pistola o una navaja pueda acabar con un hombre, que es un toro? No callaría nunca. Pasan los meses y la desesperación me pica en los ojos y hasta en las puntas del pelo.

NOVIO.-(Fuerte.) ¿Vamos a acabar?

MADRE.-No. No vamos a acabar. ¿Me puede alguien traer a tu padre? ¿Y a tu hermano? Y luego el presidio. ¿Qué es el presidio? ¡Allí comen, allí fuman, allí tocan los instrumentos! Mis muertos llenos de hierba, sin hablar , hechos polvo; dos hombres que eran dos geranios. ..Los matadores, en presidio, frescos, viendo los montes. ..

NOVIO.-¿Es que quiere usted que los mate?

MADRE.-No. ..Si hablo es porque. ..¿Cómo no voy a hablar viéndote salir por esa puerta? Es que no me gusta que lleves navaja. Es que. ..que no quisiera que salieras al campo.

NOVIO.-(Riendo.) ¡Vamos!

MADRE.-Que me gustaría que fueras una mujer. No te irías al arroyo ahora y bordaríamos las dos cenefas y perritos de lana.

NOVIO.-(Coge de un brazo a la MADRE y ríe.) Madre, ¿y si yo la llevara conmigo a las viñas?

MADRE.-¿Qué hace en las viñas una vieja? ¿Me ibas a meter debajo de los pámpanos?

NOVIO.-(Levantándola en sus brazos.) Vieja, revieja, requetevieja.

MADRE.- Tu padre sí que me llevaba. Eso es buena casta. Sangre. Tu abuelo dejó un hijo en cada esquina. Eso me gusta. Los hombres, hombres; el trigo, trigo.

NOVIO.-¿ Y yo, madre?

MADRE.-¿ Tú, qué?

NOVIO. -¿Necesito decírselo otra vez?

MADRE.-(Seria.) ¡Ah!

NOVIO.-¿Es que le hace mal?

MADRE.-No.

NOVIO.-¿Entonces?

MADRE.-No lo sé yo misma. Así, de pronto, siempre me sorprende. Yo sé que la muchacha es buena. ¿Verdad que sí? Modosa. Trabajadora. Amasa su pan y cose sus faldas, y siento sin embargo, cuando la

nombro, como si me dieran una pedrada en la frente.

NOVIO.- Tonterías.

MADRE.-Más que tonterías. Es que me quedo sola. Ya no me quedas más que tú y siento que te vayas.

NOVIO.-Pero usted vendrá on nosotros.

cVECINA.-¡Al fin compró la vi

MNVVMADRE.-¡Ay! (Pausa.)

NOVIOMADRVECINA.-(Triste.) ¿ y tu hijo?

VECINA.-jAy!

MADRE.-Salió. ñ

MADRE.- Tuvo suerte.

ADRE.-(Mirándolo.) HOVIO.-Me voy. MañanECINA.-¿Cómo estás? ECINA.-Tú estás bien.

ia

.-¿Qué quiE.-Ya ves.

jo. iré a

ere usted?

MADRE.-No. Yo no puedo dejar aquí solos a tu padre y a tu her-mano. Tengo que ir todas las mañanas, y si me voy es fácil que muera uno de los Félix, uno de la familia de los matadores, y lo entierren al lado. ¡Y eso sí que no! ¡Ca! ¡Eso sí que no! Porque con las uñas los desentierro y yo sola los machaco contra la tapia.

NOVIO.-(Fuerte.) Vuelta otra vez.

MADRE. -Perdoname. (Pausa.)¿Cuánto tiempo llevas en relaciones?

NOVIO.-Tres años. Ya pude comprar la viña.

MADRE.- Tres años. ¿Ella tuvo un novio, no?

NOVIO.-No sé. Creo que no. Las muchachas tienen que mirar con quién se casan.

MADRE.-Sí. Yo no miré a nadie. Miré a tu padre, y cuando lo mataron miré a la pared de enfrente. Una mujer con un hombre, y ya está.

NOVIO.-Usted sabe que mi novia es buena.

MADRE.-No lo dudo. De todos modos siento no saber cómo fue su madre.

NOVIO.-¿Qué mas da?

MADRE.-¡Que es verdad! ¡Que tienes razón! ¿Cuándo quieres que la pida?

NOVIO.-(Alegre) ¿Le parece bien el domingo?

MADRE.-(Seria.) Le llevaré los pendientes de azófar, que son anti.guos, y tú le compras. ..

NOVIo.-Usted entiende más. ..

MADRE.-Le compras unas medias caladas, y para ti dos trajes. .. ¡Tres! ¡No te tengo más que a ti!

MADRE.-Sí, sí, y a ver si me alegras con seis nietos, o los que te dé la gana, ya que tu padre no tuvo lugar de hacérmelos a mí.

NOVIO.-El primero para usted.

MADRE.-Sí, pero que haya niñas. Que yo quiero bordar y hacer encaje y estar tranquila.

NOVIO.-Estoy seguro de que usted querrá a mi novia.

MADRE.-La querré. (Se dirije a besarlo y reacciona.) Anda, ya estás muy grande para besos. Se los das a tu mujer. (Pausa. Aparte.) Cuando lo sea.

NOVIO.-Me voy.

MADRE.-Que caves bien la parte del molinillo, que la tienes descuidada.

NOVIO.-¡Lo dicho!

MADRE.-Anda con Dios. (Vase el NOVIO. La MADRE queda sentada de espaldas a la puerta. Aparece en la puerta una VECINA vestida de color oscuro, con pañuelo a la cabeza.) Pasa.

VECINA.-Yo bajé a la tienda y vine a verte. ¡Vivimos tan lejos!. ..

MADRE.-Hace veinte años que no he subido a lo alto de la calle.

MADRE.-¿Lo crees?

VECINA.-Las cosas pasan. Hace dos días trajeron al hijo de mi vecina con los dos brazos cortados por la máquina. (Se sienta.)

MADRE.-¿A Rafael?

VECINA.-Sí. y allí lo tienes. Muchas veces pienso que tu hijo y el mío están mejor donde están, dormidos, descansando, que no expuestos a quedarse inútiles.

MADRE.-Calla. Todo eso son invensiones, pero no consuelo.

MADRE.-¡Siempre igu

VECINA.- Tú me preguntaste.

al! MADRE.-(Serena.) ¡Las cosas!

VECINA.-(Besándola.) Nada. .

MADRE.-No le diré nada. MADRE. -¿Has visto qué día de

VECINA.-Ahora se casará.

MADRE.-(Como despertando y acercando su silla a la silla de la VECINA.) Oye.

VECINA.-(En plan confidencial.) Dime.

MADRE.-¿Tú conoces a la novia de mi hijo?

VECINA.-¡Buena muchacha!

MADRE.-Sí pero...

VECINA.-Pero quien la conozca a fondo no hay nadie. Vive sola con su padre allí, tan lejos, a diez leguas de la casa más cercana. Pero es buena. Acostumbrada a la soledad.

MADRE.-¿Y su madre?

VECINA.-A su madre la conocí. Hermosa. Le relucía la cara como a un santo; pero a mí no me gustó nunca. No quería a su marido.

MADRE. -(Fuerte.) Pero ¡cuántas cosas sabéis las gentes!

VECINA.-Perdona. No quise ofender; pero es verdad. Ahora, si fue decente o no, nadie lo dijo. De esto no se ha hablado. Ella era orgullosa.

MADRE.-Es que quisiera que ni a la viva ni a la muerta las conociera nadie. Que fueran como dos cardos, que ninguna persona les nombra y pinchan si llega el momento.

VECINA.-Tienes razón. Tu hijo va le mucho.

MADRE.-Vale. Por eso lo cuido. A mí me habían dicho que la muchacha tuvo novio hace tiempo.

VECINA.- Tendría ella quince años. Él se casó ya hace dos años, con una prima de ella, por cierto. Nadie se acuerda del noviazgo.

MADRE.-¿Cómo te acuerdas tú?

VECINA.-¡Me haces unas preguntas! ...

MADRE.-A cada uno le gusta enterarse de lo que le duele. ¿Quién fue el novio?

VECINA.-Leonardo.

MADRE.-¿Qué Leonardo?

VECINA.-Leonardo el de los Félix.

MADRE. -(Levantándose.) ¡De losFélix!

VECINA.-Mujer, ¿qué culpa tiene Leonardo de nada? Él tenía ocho años cuando las cuestiones.

MADRE.-Es verdad... Pero oigo eso de Felix que llenárseme de cieno la boca (Escupe) y tengo que escupir, tengo que escupir por no matar.

VECINA.-Repórtate; ¿qué sacas con eso?

MADRE.-Nada. Pero tú lo comprendes.

VECINA.-No te opongas a la felicidad de tu hijo. No le digas nada. Tú estas vieja. Yo, tambien. A ti y a mí nos toca callar.

VECINA.-Me voy, que pronto llegará mi gente del campo.

VECINA.-Iban negros los chiquillos que llevan el agua a los segadores. Adiós, mujer.

MADRE.-Adiós (La Madre se dirige a la puerta de la izquierda. En medio del camino se detiene y lentamente se santigua.)

TELÓN